miércoles, 21 de diciembre de 2011

Pura esencia musical


Bob Marley – Redemption Song

Bob Marley es conocido por ser el mejor músico que ha dado el reggae. Es más, hablar de reggae sin mencionar a Marley sería equiparable a hablar de fútbol y no mencionar a Brasil o Argentina. Prácticamente son sinónimos. Sin embargo la canción de hoy va más allá de cualquier estilo musical. La Canción pasajera de hoy se encuentra en Uprising, el último álbum que publicó antes de morir de cáncer. El ya sabía que sus días se acababan y armado con una sola guitarra y su inconfundible voz se dispuso a disparar balas con forma de palabras y misiles disfrazados de acordes.


La sencillez del tema es su mejor virtud y en ningún momento se pretende romper esa máxima. Las solitarias seis cuerdas de una guitarra serán la única fuente sonora instrumental. Las ideas plasmadas son de vital importancia y demasiados instrumentos podrían desviar la atención. De hecho en el mismo álbum podemos encontrar el mismo tema pero producido en estudio con todos los ritmos, instrumentos y sonidos habituales de sus composiciones y el resultado no despierta el más mínimo interés. Dejando la canción desnuda y con una sola guitarra el resultado es atronador.



La guitarra comienza a desgranar notas mientras es acariciada muy suavemente, tanto es así que podemos apreciar el crujir de las cuerdas, la vibración sonora es palpable. Dieciocho segundos después surge la narración de Bob Marley y aquí concluye la suma de elementos a la composición. Dos únicos protagonistas y nuestros altavoces no necesitan más para atraparnos con una facilidad sublime. La guitarra nos regala una humilde melodía mientras que la voz se empeña en hacernos llegar su mensaje sin adornos, completamente desnuda. El mensaje y la letra son lo que realmente importa, todo lo demás son adornos insustanciales. Sólo encontramos dos ínfimos alardes en todo el tema, el primero sucede en el 1'38'' con un ligerísimo realce vocal y un minuto después la voz realiza un pequeño grito como queriendo llamar aún más nuestra atención. Nada más. La canción es una obra maestra de principio a fin, un cuadro pintado en blanco y negro pero con la maravillosa capacidad de mostrarnos colores que desconocíamos hasta ahora. Escucharla una y otra vez será un placer, un regalo para nuestros oídos, una redención sonora. No hay reggae, no hay generos musicales, sólo hay música y buenas ideas.

Así es Bob, un artista verdaderamente global porque… ¿conoces a alguien que le guste la música y no le guste alguna canción de Bob Marley?

martes, 13 de diciembre de 2011

Palabras melosas 32. Antonio Vega


"Creo en los fantasmas terribles,
de algún extraño lugar
Y en mis tonterías para
hacer tu risa estallar
En un mundo descomunal
siento tu fragilidad"

                                                                      Lucha de gigantes
Antonio Vega

martes, 6 de diciembre de 2011

¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción.


Queen - A Winter's Tale


La prodigiosa voz de Freddie Mercury nos engancha desde el primer momento. Los primeros instantes suena en solitario como queriendo indicar que aquello quenos va a relatar posee un contenido muy personal. Son sólo unos breves segundos pero la distinción ya está realizada. Enseguida se ve arropada por una discreta batería y la suavidad de los sintetizadores que serán los encargados de crear una atmosfera más onírica. La descripción de sus sentimientos ha comenzado y llegados al segundo 24 la voz que nos guía se pregunta si está soñando, como queriendo cerciorarse de que algo tan bello realmente existe. Justo después el tema hace un pequeño receso y en el segundo 36 comienza la segunda estrofa con una estructura casi calcada a la primera. Los sonidos secundarios continúan en un segundo plano mientras que la voz sigue describiendo sus pensamientos. Esta segunda sección concluye entorno al primer minuto con la misma pregunta al viento ¿estoy soñando? Pero esta vez la percusión aumenta su intensidad al mismo tiempo que surgen de forma inesperada unos precisos coros. Se produce un juego de voces entre los recién llegados y la narración de Freddie Mercury. Este pequeño duelo va ganando fuerza con el aumento sonoro de todas las voces reunidas. La progresión concluye en el 1'45'' para dar paso a Brian May y su solo de guitarra. Sus seis cuerdas parecen conducirnos sobre las cuchillas de unos patines de hielo. Nos deslizamos suavemente mientras las notas nos acompañan en nuestro pequeño baile por todo un lago helado. Es un solo magnifico en lo musical y brillante en su moderación. La guitarra brilla pero no tanto como para desviar nuestra atención sobre la narración, su presencia es importante pero no fundamental para recordar este tema.

Mientras escuchamos las variaciones de la guitarra es bueno recordar que esta canción fue el último tema que compuso en solitario Freddie Mercury. Sus días se agotaban, él lo sabía y no quería dejar de existir sin antes valorar todo lo bueno que tiene la vida. La canción es una constante descripción de cosas que normalmente no apreciamos lo suficiente. La vida tiene pros y contras, altos y bajos y debemos quedarnos con ambos pero siempre valorándolos en su justa medida. Lo bueno también debe ser narrado, contado, cantado y disfrutado.



En el 2'14'' la percusión y el retorno de los coros hacen que la guitarra ceda su lugar central sobre el escenario para la vuelta de la voz principal. Percusión, coros y voz comienzan de nuevo su narración pero esta vez su intensidad es mayor. La guitarra les acompaña de forma secundaria. El ímpetu de todos los participantes no deja de crecer y los coros se hacen con el poder a partir del 2'37'' para crear la ubicación perfecta para el Punto de No Retorno. El furor vocal aventura una gran explosión sonora, pero es entonces, 2'49'', cuando la voz principal se destaca en solitario para exclamar “It’s all so beautiful” La canción resumida en cuatro palabras, una vida condensada en un único sentimiento. Es un grito directo, sincero, de alguien que ya no tiene nada que perder ni ganar, de alguien que se sincera con lo que ven sus ojos, de alguien que sabe que se está despidiendo de todo aquello que ahora mismo todos sus sentidos disfrutan. Un Punto de No Retorno elegante, magnético y perfecto.

Tras este momento cumbre la guitarra sustituye a los coros como acompañante de la voz principal. El tema comienza a cerrar todos los caminos que abrió. Guitarra, voz y percusión se dedican a caminar juntos los últimos segundos. El cuento de invierno ha concluido. ¿Era real? ¿Era sólo un cuento? ¿Estaba soñando?

lunes, 28 de noviembre de 2011

Palabras melosas 31. Bob Dylan


"Four months later, 
the guettos are in flame
Rubin’s in South America, 
fightin’ for his name"

Hurricane
Bob Dylan

martes, 22 de noviembre de 2011

Una caricia capaz de erizar la piel



Al Green - Simply beautiful

Los conceptos elegancia y sutileza se suman para definir la extraordinaria delicadeza que transmite este tema. Elegancia por el toque distinguido de la voz protagonista, sutileza por el modo en el que los instrumentos utilizados surcan la canción sin aspavientos. El resultado de esa sencilla suma provoca que nuestros altavoces exhalen pura exquisitez. Simplemente precioso.



Una guitarra y la mínima expresión de la percusión son los encargados de producir los primeros sonidos. Algo tímidos, incluso cercanos al silencio. Debemos subir el volumen de nuestro reproductor para reconocer mejor esas ondas sonoras. La tranquilidad reina en la sala. En el segundo diecisiete aparece la voz encargada del relato, la voz que nos conducirá a través de este entorno tan sumamente armónico. Su relato encaja con todos los elementos que conocemos hasta este instante. Es una voz tranquila, que canta sin prisa y que también cuenta entre sus características principales con el refinamiento que el tema exige. Hemos llegado hasta aquí embelesados con tanta belleza. Estamos en el segundo cuarenta y es entonces cuando un pequeño grupo de violines, acompañados por un órgano, aparecen en escena para acompañar en la retaguardia musical. La canción continúa avanzando y nosotros únicamente tenemos que dejarnos llevar por sus sugerentes sonidos. Hace un buen rato que estamos atrapados entre tantas virtudes musicales. No son necesarios demasiados análisis para darnos cuenta de que con muy poco, pero de muchísima calidad, nuestros oídos no pueden apartarse de este camino tan bellamente ilustrado. La voz principal sigue desprendiendo versos engarzados en las piedras preciosas de los instrumentos. Música con muchos quilates.

Desde el 1'10'' hasta el 1'24'' la guitarra decide dejar caer alguna nota más sobre la canción, son notas puntuales y que casi se pueden contar por su escasez. Son pocas pero suficientes como para no alterar el orden establecido y al mismo tiempo añadir riqueza melódica al ligero entramado musical. Esas notas esparcidas en una docena de segundos serán lo más parecido a un sólo de guitarra que veremos en todo el tema. El minimalismo domina toda la escena. La voz prosigue con su peculiar, y sugerente, forma de cantar. Su interpretación invita e incita a nuestra imaginación. En el 1'47'' se pronuncia por primera vez el título del tema, simplemente precioso. Nunca un título fue tan fiel a una forma de expresión.

Nada mas sobrepasar la frontera que marcan los dos minutos de canción asistimos a un solo de voz. Un solo de voz porque el narrador necesita dar un paso más allá en su forma de expresarse. Las palabras se quedan cortas, los vocablos se antojan nimios. Disfrutaremos de 32 segundos donde la voz deja de articular palabras para desplegar todo su sentimiento. Desencadena toda la pasión que el vocabulario no consigue alcanzar, toda la excitación que esconden las notas, todo el acaloramiento acumulado desde que la canción comenzó a acariciarnos.






Desde que decidimos activar el reproductor y comenzamos a disfrutar de la tranquila intensidad de este tema hemos aprendido que la pausa y la serenidad dominan nuestros oídos por completo. Estamos hipnotizados por unos instrumentos que se mueven a cámara lenta y atrapados por una voz capaz de arroparnos con su sonido. Dentro de este entorno el Punto de No Retorno debe estar en consonancia con todo lo experimentado hasta este instante. El momento en el que la voz se destacó en solitario para realizar su particular solo ya sería suficiente como para hacernos regresar una y otra vez a este paraje musical pero la canción guarda una última sorpresa. Desde el 2'47'' todo parece indicar que la melodía esta llegando a su fin y que poco a poco los sonidos se irán desvaneciendo hasta desaparecer por completo. Eso parece porque la voz también se torna algo más perezosa y sin embargo estamos asistiendo a los preliminares del Punto de No Retorno. En el 3'12'' la voz refuerza inesperadamente su presencia y seis segundos después la batería comienza, finalmente, a caminar. Es entonces cuando la canción estalla por completo. Esa percusión hará que comencemos a mover la cabeza y con todo lo que ya hemos vivido durante todo el tema será como si unos fuegos artificiales reventaran nuestros altavoces. Será, evidentemente, una sensación puesto que ya sabemos que esta melodía posee su propio ritmo, su propia y tranquila cadencia. Es una construcción tan perfecta y armoniosa que logra que unos ligeros golpes de batería parezcan explosivos. Estamos atrapados para siempre por la exquisitez sonora. Cuando concluya nuestra escucha el mundo en el que habitamos parecerá mucho más ruidoso de lo que recordabamos. Las caricias musicales nos cobijaban y protegían. Simplemente precioso.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Palabras melosas 30. Stevie Wonder


"Isn't she lovely
Isn't she wonderful
Isn't she precious
Less than one minute old
I never thought through love we'd be
Making one as lovely as she"


Isn't she lovely
Stevie Wonder




El imprescindible Stevie Wonder le dedicó esta canción a su hija Aisha cuando ella llegó a este mundo, e hizo que su primer llanto sirviera como primera interpretación en esta canción. Considerar esos sonidos como interpretación es algo más que generoso, aunque aún más cierto es que esos primeros sonidos suenan a música y fundamentalmente a vida, una nueva vida para un padre emocionado. Supongo que poco después las rabietas, los llantos injustificados y las lagrimas sin control no sonarán tan celestiales, ni tan poéticas, pero ahora que me ha llegado el momento de vivir en primera persona las misma experiencia paternal que Stevie Wonder puedo entender las sensaciones que pasaban por su cabeza. Todas esos pensamientos que te inundan con tanta rapidez y que sin embargo son tan difíciles de sacar, describir o explicar.
Hace unos días la belleza de estas Palabras melosas se hicieron carne y hueso, y desde entonces tengo a quién dedicar esta gran canción.


martes, 1 de noviembre de 2011

Un desayuno supervitaminado



Supertramp – Breakfast in America




Este Disco Redondo es uno de esos álbumes que todo el mundo debería tener en su colección musical por muchas y diversas razones. El principal motivo, y causante de todo lo demás, es sin duda la enorme creatividad melódica de los integrantes de la banda. Desde la primera escucha de este disco la música consigue embarcarnos en un agradable viaje por diferentes aspectos sonoros de gran interés. Rick Davies y Roger Hodgson son el referente de la banda. Las cabezas visibles en lo que a composición, letras y voces se refiere. Su universo sonoro es fácilmente identificable y la aguda y peculiar voz de Hodgson no hace más que remarcar su singular cosmos.


El álbum surge desde el silencio. Poco a poco comienzan a llegar hasta nuestros oídos las primeras notas de Gone Hollywood. Aunque el constante piano que suena durante todo el tema intente disimular la esencia de esta canción el tema transporta en su interior un claro desarrollo rock. Es un rock contenido que sólo surge en pequeñas entregas al principio del tema y poco a poco va avanzando hasta reconquistar el espacio ganado por el piano y el saxofón hacia la mitad de la melodía. Tras los teclados late un ritmo rock que se funde con la elegancia del resto de instrumentos.


La llegada de la “canción lógica” hace que el disco gane enteros con sólo escuchar sus primeros compases. The Logical Song es un tema rotundo de principio a fin, con interesantes variaciones y una explosión musical tremenda gracias a un saxofón abrumador que marcará para siempre esta composición. Tras un tema tan perfecto la siguiente canción sufre el riesgo de perecer en el intento de continuar su estela pero Goodbye Stranger no sólo no perece sino que inunda todo con su enorme calidad. Una canción que necesita su propio espacio.  


Es capaz de subir aún más la calidad del disco con unos cuantos cambios vocales realmente soberbios. El cuarto corte es el encargado de prestar su título para nombrar todo el disco. La cadencia que desprenden las primeras notas del piano serán las protagonistas de toda la canción y se encargarán de atraparnos de un modo definitivo en este álbum. Saxofón, tuba y trombón navegan por las melodías de este tema creando una atmosfera única. Los teclados son los protagonistas de Oh Darling. El quinto tema es una buena canción pero tras los temas previos era inevitable bajar un poco el nivel de excelencia. La canción nos sirve para crear un puente que nos acerque hasta el sendero que comienza con Take the long way home.


Los primeros segundos se hacen un poco interminables pero desde el momento que una armónica derrama sus notas sobre nuestros oídos todo el tema comienza a caminar y ya no podemos escapar de su innegable atractivo. Lord is it mine es un tema mucho más sencillo, más intimista. Es fácil dejarse llevar por él. Just another nervous wreck intenta salir de esa tranquilidad con algo más de movimiento y desde luego lo consigue. El tempo cambia con la llegada de Casual conversations. Vuelve la tranquilidad, vuelven los sonidos más tranquilos, los teclados y el saxofón disminuyen su velocidad para mecernos en un ritmo hipnótico mientras que el relato avanza sin prisa por terminar. El álbum se cierra con el tema más largo de todo esta creación. Child of vision se extiende hasta casi los siete minutos y medio y sin duda es el tema con más tintes jazzísticos. El piano consigue centrar toda la atención sobre él durante prácticamente la mitad del tema para poder desarrollar sus diversos cambios sobre la melodía principal. 


El disco empezó dejándose llevar por el rock y diez canciones después algunos brotes de jazz han florecido sobre la música de este grupo fundamental.   Un grupo elegante y creativo que fue capaz de crear un universo propio con un gusto tan refinado y distinguido como la calidad de su composiciones.  

martes, 25 de octubre de 2011

Palabras melosas 29. Crowded House


"Things ain't cooking in my kitchen
strange affliction wash over me
Julius Caesar and the roman empire 
couldn't conquer the blue sky"

Weather with you
Crowded House

martes, 18 de octubre de 2011

La dictadura de un instrumento


Jimi Hendrix - All along the watchtower 


La Original versión de hoy debe sus virtudes a dos genios: Bob Dylan y Jimi Hendrix. La canción original fue escrita por Dylan pero toda su creación se vio dinamitada cuando la mano izquierda de Hendrix comenzó a reinterpretarla. La guitarra pasa a ser protagonista de toda la composición y el rock se adueña de todos los sonidos. La duración del tema se extiende casi un minuto y medio más que el de Dylan y el motivo principal de ese alargamiento es el espacio que necesitan las seis cuerdas eléctricas para desarrollar su melodía. Tras esta relectura de su obra el cantautor no volvió a tocar su propia pieza sin aplicarle los arreglos hechos por el genio zurdo.


Todo comienza de un modo mucho más abrupto, más enérgico. La batería hace retumbar nuestros altavoces en el primer segundo. Los golpeos son contundentes para llamar nuestra atención desde el primer instante. Nuestros sentidos ya están en tensión y desde el segundo nueve ya no tenemos escapatoria. En ese momento comienzan a desfilar las notas por el mástil de la guitarra de Jimi Hendrix y la canción se vuelve vertiginosa. Diez segundos después surge su voz para comenzar a relatarnos el tema. Su voz es una voz especial, un punto más donde fijar nuestra atención. Pero lo que verdaderamente cambia todo son sus manos y su forma de reinterpretar un tema nacido para contar y no para hacernos vibrar con la potencia de su música.



Con todos los instrumentos protagonistas incorporados la canción comienza a evolucionar. La guitarra es elemento fundamental y como se puede apreciar en el segundo 39 parece tener vida propia. Hay notas que se escapan como latigazos, como si su dueño no pudiera detener ese torrente de energía. El texto hace un alto en el segundo 52 y las notas comienzan a buscar más protagonismo. Se trata únicamente de un pequeño solo pero suficiente para descubrir todo lo que es capaz de hacer. En el 1'10'' la canción vuelve a su estructura normal con la voz principal al frente de todos los instrumentos. Medio minuto después vuelve la fuerza incontenible de la guitarra. Esta vez vuelve para que nuestros altavoces vivan un Punto de No Retorno atronador. Las notas fluyen a toda velocidad hasta cruzar la frontera del segundo minuto, una vez rebasado ese instante la guitarra cambia su melodía como si comenzara a recargar su energía, como acumulando potencia. En el 2'15'' y tras el grito de su amo la guitarra se convierte en la protagonista absoluta. Ha llegado el momento de hacer vibrar las cuerdas como nunca, una guitarra al fin libre, una guitarra imperiosa. Nada puede detenerla ahora. Su evolución sonora es impresionante. Estamos atados a su sonido.

En el 2'49'' vuelve la narración pero únicamente durante medio minuto más porque el caudal sonoro es inagotable y necesita seguir siendo exprimido por unas manos prodigiosas. Desde el 3'23'' hasta el final todos los instrumentos se disponen a perseguir a la despótica protagonista pero ella es intratable y ninguno podrá alcanzarla. Su agudeza comienza a crecer al mismo tiempo que el tema se diluye. La vertiginosa exhibición de notas se queda dando vueltas en nuestra percepción durante mucho tiempo. 

martes, 11 de octubre de 2011

Palabras melosas 28. New Radicals


"I bought a ticket to the end of the rainbow
I watched the stars crash in the sea
If I could ask God just one question
Why aren't you here with me tonight?"



Someday will know
New Radicals

martes, 4 de octubre de 2011

Cambiar para mejorar


John Lee Hooker y Carlos Santana - Chill Out (Things gonna change)


Para cantar bien es necesario tener un tono vocal dinámico. Un tono capaz de moverse entre varios registros para que tu música sea capaz de adaptarse a diferentes temas de un modo distinto. Todo esto es necesario únicamente si no te apellidas Lee Hooker y te llamas John. Si es así todas esas cosas del tono, los matices sonoros y demás patrañas se las puedes contar a otro porque la voz de John Lee Hooker es inconfundible, y no precisamente por sus dotes vocales. Cuando su voz aparece en una canción el tema llega a la madurez sólo con intuir su presencia.

 

La canción comienza con el solitario sonido de un órgano. Sus notas son las teloneras perfectas para dar la bienvenida a la verdadera protagonista de la jornada: la guitarra. Ésta llega en el segundo 10, al mismo tiempo que la percusión comienza a marcar el ritmo de nuestro caminar. Durante 35 segundos las cuerdas de la guitarra comienzan a verter sobre nuestros oídos un pequeño anticipo de lo que más adelante inundará todo. Por ahora sólo está cogiendo la temperatura idónea. La batería no se complica demasiado la vida y se limita a ofrecer una base sobre la que puedan dialogar los instrumentos. Es un sonido repetitivo que no pretende llamar la atención. Un cha cha cha casi salsero. En el segundo 45 se produce un silencio que llega hasta los tres segundos y consigue hacernos dudar sobre si la canción ha dejado de reproducirse. Todo lo contrario, tras esa pausa llega el momento en el que la voz encargada de relatarnos el tema hace su aparición.

John Lee Hooker aparece en escena para llenar el vacío dejado por la guitarra principal. Las notas que brotaban de sus cuerdas se han evaporado y sólo la voz puede hacerse cargo de la melodía. La voz principal se ve arropada por la percusión y el órgano que ya conocíamos. Su papel es secundario y dejan todo el peso sobre la narración. Durante más de un minuto y veinte segundos disfrutamos con la peculiar forma de cantar de este grande de la música. Su forma de moverse por los versos es tan inconfundible como su voz. Hace lo que quiere y cuando quiere. Tanto es así que se permite abandonar por unos instantes el corsé de la narración para hablar en vez de cantar en el 1'37''. En el 1'48'' llega el estribillo, el título del tema, y nada parece alterarse. El tema continúa como si nada. La voz principal apenas le da importancia.



En el 2'09'' vuelve la guitarra. Su protagonismo se extendió durante unos segundos al comienzo de la canción pero desde entonces no se había asomado a la parte frontal del escenario. Ahora vuelve con ganas de hacerse notar. Sus cuerdas nos traen una nueva melodía. Una melodía con una cadencia exacta, repetitiva. Las mismas notas una y otra vez hasta que ya no pueden salir de nuestra cabeza. El tema comienza a hacerse inolvidable.

Desde el regreso de las seis cuerdas la voz principal navega entre sus notas para hacernos llegar el estribillo cuando y como quiere. Circulan por caminos paralelos. En el 2'48'' llega el Punto de No Retorno con la explosión y reivindicación absoluta de la guitarra principal. Ha llegado su momento. Carlos Santana toma los mandos armado únicamente con su instrumento. La percusión decide cambiar su ritmo y aportar algo más que una base rítmica. Las cuerdas vibran a una velocidad de vértigo y hasta la voz de Hooker permanece en silencio para que disfrutemos del poderío atronador que fluye por el mástil de la guitarra.

El solo concluye en el 3'42'' con otro pequeño, pero eterno, silencio. Esta vez la voz principal ya sabe que el tema no ha concluido y con una sonora carcajada abre la veda para que todos los protagonistas del tema desarrollen del modo que estimen oportuno sus sonidos. De este modo el órgano se anima a aportar algo más que unas pocas notas, la voz continúa con su viaje de ida y vuelta hacia el estribillo y la guitarra mucho más calmada desgrana sobre el aire sus últimas notas mientras el tema se va apagando. El tema se apaga pero ya ha logrado su cometido: encender la llama en nuestro interior. El título del tema se ha hecho realidad. Las cosas han cambiado. 

martes, 27 de septiembre de 2011

Palabras melosas 27. Andrés Calamaro

"Hace falta que te diga 
que me muero por tener algo contigo.
Es que no te has dado cuenta 
de lo mucho que me cuesta ser tu amigo"


Algo contigo, de Chico Novarro
Versión de Andrés Calamaro

martes, 20 de septiembre de 2011

La fuerza de la ausencia


Radiohead - Creep

 

Este tema parece comenzar en el instante exacto en el que alguien pisa un charco y el sonido del agua al ser golpeada empapa nuestros oídos. Ese sonido de los platillos de la batería apenas dura un breve momento al comienzo de la canción, pero ese arranque, ese escaso par de segundos, se extiende durante toda la composición en forma de precipitación sonora. Las salpicaduras que provocan los platillos mojan todas las notas del resto de instrumentos y de la voz principal que llegará algo más tarde.

Tras el chapoteo inicial la guitarra se convierte en la principal protagonista para comenzar a desarrollar una sencilla melodía. No son demasiadas notas ni tampoco se hacen demasiados alardes en su presentación. Es una melodía humilde que se cuela en nuestra cabeza entre los huecos que deja el constante martilleo de la percusión. Los golpes de batería son persistentes y marcan el ritmo de manera precisa. Mientras tanto los platillos siguen una y otra vez salpicando son su agudo sonido llenando la estancia de notas, y gotas. Sigue lloviendo.

Tras 20 segundos de melodía surge la voz de Thom Yorke. Su forma de cantar es casi su forma de hablar, o viceversa. Se trata de una expresión vocal de perfil bajo en la que lo importante es el contenido de la letra y, de momento, no la forma en la que ésta se transmite. La melodía de la guitarra y el repiqueteo de la batería permanece inalterable. El tema continúa con su apacible desarrollo hasta que un segundo antes de cumplir el primer minuto escuchamos un breve pero estruendoso golpe de guitarra. No vimos aparecer el rayo pero si que escuchamos de repente el sonido de un trueno. A continuación un segundo trueno y con el tercero se desata toda una tormenta eléctrica protagonizada por las guitarras. Ha llegado el estribillo y su fuerza arrasa con todo.



En el 1'25'' se retoma la melodía y el ritmo previo al estribillo. El camino continúa y todo vuelve al punto de partida. Guitarra, percusión y voz siguen avanzando juntos sin desarrollar ningún cambio en los sonidos que ya conocíamos. Los segundos pasan y de nuevo un trueno guitarrero rompe la rutina sonora para repetir la estructura que albergó el comienzo del primer minuto de canción. Estamos en el 2’02”, la fuerza de las guitarras es más duradera y la voz se anima a realizar más variaciones, a gritar, a expresarse de un modo diferente, en definitiva, a cantar más. Este potente estribillo se alarga hasta el 3'08''.

Tras todo este exultante desarrollo sonoro la tormenta se esfuma para dejar paso a la calma. Ya conocemos el camino, conocemos sus secretos y por eso el último estribillo logrará un clímax musical diferente a todo lo desarrollado anteriormente en el tema. La batería casi desaparece, la melodía sobrevive entre tinieblas, y en medio de esa calma, en el 3'28'', se produce un tranquilo Punto de No Retorno. Nuestros oídos están en alerta, en cualquier momento puede llegar un poderoso guitarrazo pero este no llega y es esa ausencia la que engrandece este momento. El Punto de No Retorno podría haber sido cualquiera de los truenos que hemos escuchado durante la canción pero será la ausencia de los mismos lo que marcará la pauta para quedarnos enganchados a esta composición para siempre. Con cada nuevo acercamiento a esta canción veremos como ese momento posee una gran intensidad implícita sin la necesidad de ser explícitamente sonoro en absoluto. La calma puede llegar a ser más atronadora que la tormenta.  

martes, 13 de septiembre de 2011

Palabras melosas 26. Loquillo y Los Trogloditas

"Has tenido suerte de llegarme a conocer
creo que a nadie le gusta el nacer para perder
abrirás una revista y me encontrarás a mí
debo ser algo payaso pero eso me hace feliz"

Rock & Roll Star
Loquillo y Los Trogloditas

martes, 6 de septiembre de 2011

Computación sonora


The Who - Baba O’Riley

La computadora más popular que existía a comienzos de los años 70 hablaba como un ser humano y su nombre lo formaban tres siglas y cuatro números: HAL 9000. Esa representación informática desarrollada para “2001 Una Odisea del espacio” de Stanley Kubrick era lo más parecido a cualquier ordenador personal de hoy día. Explico todo esto porque la canción de hoy fue creada tan solo tres años después de que HAL 9000 se convirtiese en un icono mundial y porque creo que su comienzo musical puede asociarse fácilmente con los sonidos que los primeros ordenadores realizaban en sus, en aquella época, vertiginosos cálculos.

 

Un sintetizador escupiendo sonidos a toda velocidad es el primer actor que encontramos en esta creación. Las notas se suceden a toda velocidad casi sin poder seguirlas, como si trataran de escapar de nuestros oídos. Surgen por todos los rincones de nuestros altavoces, repitiéndose sin parar. Estamos asistiendo a una traducción musical basada en cálculos informáticos, una computación sonora ingobernable. Ocupan todo el espacio acústico y consiguen hipnotizar con su vertiginoso movimiento. Tanto conquistan nuestra atención que hasta el segundo 41 únicamente los sintetizadores son protagonistas en solitario. El segundo instrumento en aparecer será un piano y con su llegada la armonía musical comienza a evolucionar. Poco después surgirá la batería y en el 1'12'' bajo y voz se unen para comenzar a desarrollar el relato. En el 1'48'' irrumpe la poderosa guitarra del creador del tema. Pete Townshend es el ejecutor de las notas que se quedarán en nuestra memoria. La fuerza de su guitarra construye un Punto de No Retorno recio en el que casi podemos visualizarle dibujando sus famosas circunferencias en el aire para extraer de sus seis cuerdas los sonidos más poderosos. La guitarra logra que el tema explote.



En el 2'15'' el entramado musical hace un receso y observamos, de un modo más patente, como el sonido de los sintetizadores nunca se desvaneció. La voz se destaca unos segundos hasta que de nuevo Townshend, en el 2'33'', desata todas sus notas para volver a coger las riendas musicales. La canción nos tiene atrapados por completo y su fuerza es innegable. Sintetizadores, batería, piano e incluso voz viven subyugados bajo la potencia de una sola guitarra. Durante muchos segundos su presencia es impresionante. Sus cuerdas dominan la escena hasta que nada más cruzar el umbral del cuarto minuto de canción su sonido es reemplazado por unas cuerdas diferentes. Las notas de un violín acuden para desbancar la dictadura guitarrera. Unos nuevos aires con aroma indio se han introducido en el tema para recorrer su último minuto. Estas notas bailaran en el aire mientras los sonidos repetitivos que arrancaron la canción permanecen inalterables a estos cambios finales. La composición camina hacia su desenlace y en lugar de decaer la música realiza un trepidante acelerón de sonidos. El violín apresura su melodía empujado por una percusión cada vez más veloz y que obliga a todo el tema a concluir a la velocidad que ella dicta. El tema parece a punto de estallar cuando la última nota es lanzada al aire. Tal es la fuerza y velocidad final que el primer instante de silencio tras zanjar todos los sonidos parece desértico. El vacío absoluto.

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