Frank Sinatra - Fly me to the moon
Los primeros
segundos los consume en exclusiva la percusión para empezar a marcar el ritmo
que más adelante seguiremos. Son sólo seis segundos pero suficientes para
identificar esta canción. Circulamos a un ritmo tranquilo pero continuo hasta
que en el segundo siete cambiamos nuestro paso del mismo modo que hacía la
Pantera Rosa. El toque de batería se altera ligeramente para dar la bienvenida
a la primera intervención del instrumento clave de esta composición. Su
importancia no radica en ningún aspecto musical, radica en que nuestros oídos
buscaran su aparición de ahora en adelante para siempre. El Punto de No Retorno
lo provocan las dos tímidas notas que deja caer el piano sobre la composición y
la enorme fuerza que desprende la voz de Sinatra una vez que la pulsación de
esas dos teclas le invita a desplegar el título del tema. Esta será la única
ocasión en la que se pronuncie. No será necesario repetirlo porque ya estamos
enganchados. Esas cinco palabras son las primeras en pronunciarse y serán las
que retenga nuestra memoria tarareadora. Cinco palabras y cinco notas serán las
absolutas protagonistas de la composición. Las palabras ya están en nuestra
cabeza y las notas lo estarán desde la segunda escucha. Cada vez que suene esta
canción esas cinco notas dejarán su huella en nuestros sentidos.
El piano ha
sido el encargado de invitar a la voz, en este caso La Voz, con dos sutiles
notas. Desde el momento de su
aparición la voz que narra nuestro viaje se encarga de comenzar un diálogo con diferentes
instrumentos. Desde el segundo diez hasta el 32 una flauta revolotea a su
alrededor como si fuese una mariposa. En el 33 aparece el sonido de los
primeros metales. Estos no revolotean sino que poco a poco van ganando
protagonismo y desde el segundo 40 promueven su propia melodía con pequeñas
llamadas de atención como la agudeza de la trompeta con sordina en el 56. En el
1'09'' los metales toman el control absoluto de la canción explosionando junto
con la batería pocos segundos después. La voz desaparece para que todos esos
sonidos de viento nos regalen un interludio con un primer instante de tormenta
y unos posteriores segundos de elegante y tranquila calma. Nuestro narrador
regresa en el 1'46'' tras la estela dejada por los últimos truenos de las
trompetas. Si nos fijamos tras su voz los metales se han dividido y parecen
seguir dos caminos, uno entrecortado y agudo, y otro continuista con lo
escuchado antes del interludio, más sosegado. Al mismo tiempo la voz ha
cambiado su modo de entonar. Cada sílaba cantada parece un escalón hacia la
luna y Sinatra se encarga de remarcar cada uno de los pasos que damos junto a
el. Son pequeños saltos sobre los peldaños que surcan la Vía Láctea. Casi
podrían contarse sus pasos sobre las estrellas. Estamos llegando y debemos
apreciar cada avance hasta nuestro destino.
A partir del 2'06'' se desata la competencia directa entre la potencia vocal de la voz y las notas
que desprenden los metales. La energía aumenta sin control hasta que
súbitamente todos los sonidos desaparecen en el 2'23''. Es entonces cuando el
instrumento que hizo saltar la chispa para que la canción se encendiese decide regresar
para enmarcar con sus notas todo el recorrido.
En el comienzo el piano nos dejó dos notas y ahora nos trae tres más.
Las cinco notas enmarcan toda la canción conteniendo entre sus dos apariciones
toda la canción. Fuera de su acotación sólo quedan dos cosas, la apertura que
nos invitó a entrar en este paseo estelar y la última palabra que pronuncia
nuestro protagonista para que no exista ninguna duda: You. Tú eres lo único
importante y por eso se suprimen todos los sonidos para no dejar ningún atisbo
de duda. Tú.