Una idea. Un anhelo. Un deseo. La persecución de esos conceptos se logra con persverancia, insistencia y reiteración. Todo esto es la base sobre la que se edifica esta canción. Todo esto y una voz prodigiosa capaz de acaparar toda la atención con su mera presencia.
Un piano y unos violines son los encargados de abrir la puerta de este tema. Los primeros segundos se basan en un diálogo entre esos dos instrumentos que recogen toda la atención. Esta conversación se repite hasta que en el segundo 22 el piano realiza una pequeña escala para introducir a la voz que nos narrará su idea, su anhelo, su deseo. Se trata de Aretha Franklin y su potencia hará que cualquier sonido se quede pequeño ante su vigor vocal. Las primeras dos palabras dejan claro cual es la idea de esta canción: el amor. La suma de la voz principal y del coro hace que se diga “I love you” seis veces en menos de diez segundos. No hay duda sobre sus sentimientos. Hasta ese instante la voz y los coros viajan juntos pero sin coincidir en el tiempo. La primera vez que se pronuncia el nombre de la canción (segundo 35), y como para querer reforzar la idea a transmitir, voz y coro lo hacen al unísono.
En la parte instrumental, desde que la voz de Aretha Franklin surgió, únicamente el piano y una discreta batería han permanecido junto a ella. Entorno al segundo 40 comienzan a escucharse las notas de un órgano que otorgará con su sonido una base más acolchada. Diez segundos después la estructura de voces que comenzó el tema se repite. Nada más cruzar la barrera del primer minuto el estribillo vuelve a florecer, pero esta vez los cambios comienzan a notarse. Desde el 1'03'' hasta el 1'11'' la voz protagonista nos regala los primeros zarpazos de su potencia vocal. Tras ese despertar aparecen los violines para amplificar la labor de suavidad que introdujo el órgano medio minuto antes.
Llegamos al 1'15''. Una vez que todos los implicados en esta canción están presentes, es decir, voz, coros y todos los instrumentos, es cuando el tema comienza de verdad. Hasta ahora habíamos asistido a una declaración de amor en toda regla y a un par de estribillos pero aún no conocíamos lo que habitualmente precede al coro en cualquier composición. Es ahora cuando el relato comienza. La narración navega subida en las tranquilas aguas que proporcionan los violines y la voz surca esas aguas con total comodidad. Es el espacio perfecto para apreciar todas sus tonalidades. En el 2'02'' vuelve la declaración que vivimos al inicio nada más comenzar a sonar la voz de Aretha Franklin y su coro. La estructura ya la conocemos pero subidos en el vaivén de los violines la intensidad es superlativa. El estribillo que esperamos después también decide subirse a los violines que nos guían. La escena se repite y se recrea varias veces.
Después de un largo estribillo la canción cambia porque estamos asistiendo a la llegada del Punto de No Retorno. Estamos en el 3'07'' y el ardor sube de nivel para repetir todo lo visto hasta ahora pero sin estar sujetos a una organización predeterminada. Casi más hablando que cantando la voz principal repite las ideas expuestas desde el comienzo y nos regala juegos vocales grandiosos, desbordante energía y una fortaleza incomparable.Ya estamos enganchados, ya se nos ha colado en nuestro cerebro el anhelo buscado desde la apertura del relato. La repetición de la misma idea ha logrado que se quede con nosotros. Llámame cada hora, cada minuto, cada segundo, cada instante que tengas, porque todo el tiempo del mundo siempre será poco junto a ti.
Una aguda nota repetida en el aire nos
recibe para hacer llegar hasta nosotros los primeros sonidos. Es una nota reincidente y constante, como si fuese
el sonido extraido de la máquina encargada de transmitir la estabilidad de
nuestras constantes vitales. No es mucho, pero si lo suficiente como para
ponernos en marcha. En el segundo nueve todo el entorno cambia. Llegan al mismo
tiempo un piano, un órgano y la voz principal del tema. El ambiente parece
llevarnos al interior de una iglesia, las notas del órgano y la reverberación
sonora logran ese efecto en tan poco tiempo. En el segundo 36 llega la batería
y el grupo deja de jugar con nuestros sentidos y nuestras percepciones. Es el
momento de comenzar a desarrollar la canción de una vez. Segundo 42 y las guitarras
suben al escenario y nace la melodía. En todo momento la voz protagonista
presenta una impostura algo metálica. Su sonido es nítido pero esa modificación
es constante.
Nada más cruzar el umbral del primer minuto
la narración se convierte en algo mucho más estable, mucho más certera en su
forma de llegar hasta nosotros. Todos los elementos ya están en la escena y la
canción puede conquistar sin problemas el espacio sonoro que necesite. Es una
buena canción, sin grandes momentos pero bien construida e incluso algo
pegadiza. Todavía le falta magia, todavía necesita crecer mucho más para
instalarse en nuestra memoria, para hacernos subir el volumen cada vez que nos
la volvamos a encontrar.
En el 1'30'' llega algo parecido a un
estribillo. El título de la canción no aparece en ningún momento pero la
repetición de una misma idea nos hace sentir cómodos como si de un estribillo
se tratara. La música mejora y nos hace conectar mejor con las ideas expuestas
hasta este momento. Tras una nueva estrofa, en el 2'04'' vuelve a surgir ese
pseudoestribillo y mantendrá nuestra atención ocupada hasta que en el 2'27''
las cuerdas de una solitaria guitarra comiencen a marcar las notas que darán
paso a un Punto de No Retorno impresionante. "I got soul, but I'm not a soldier",
tengo alma pero no soy un soldado. Esa es la idea que se repetirá diez veces
para hacer de este tema algo inolvidable, esa es la frase que logrará que nos
quedemos enganchados para siempre entre esas palabras. Es un Punto de No
Retorno capaz de detonar todo el tema y hacer que la canción obtenga esa chispa
que le faltaba para engrosar la música de nuestra memoria. No es un estribillo,
no es algo que vuelva a aparecer en los segundos restantes pero provoca que
nuestra próxima escucha este condicionada y deseosa de encontrar de nuevo esas
palabras. Tiene tanto poder que parece una nueva canción hallada en el interior
del tema que estabamos escuchando. Cada una de las diez veces que se repite esa
frase aporta algo nuevo a la canción, algo hasta ahora inexistente. Más
contundencia, menos sonidos metálicos, voces más directas sin reverberación,
coros, voces negras capaces de colorear el alma, el soul, del tema. Estamos
atrapados, ha sido por sorpresa y con unos elementos sonoros totalmente
inesperados.
Tras ese climax la música continúa pero en
nuestra memoria permanece el martilleo vocal. El tema prosigue embarcado en la
fiesta que se produjo tras ese punto de inflexión. Las guitarras y la percusión
se han hecho dueñas de la escena y la voz se limita a seguirlas en este
adecuado broche musical. Sólo nos queda una cosa por escuchar, algo que hasta
ahora nuestros oídos no conocían, el título de la canción. Es ahora cuando el
tema comienza a desvanecerse cuando aparecerá. Será prácticamente la despedida
de la voz protagonista. En el 4'10'' se produce un ligero silencio para poder
escuchar todas esas cosas que he hecho.
El tema se da por concluido y en nuestro recuerdo ya se ha quedado para siempre
el poso de unas palabras repetidas una y otra vez. La canción escondida dentro
de otra canción.