martes, 6 de marzo de 2012

La mejor seda natural


Joao Gilberto y Stan Getz - Desafinado


El tema comienza adelantando la suavidad, y sensualidad que inundará toda la canción. Los primeros sonidos que llegan hasta nuestros oídos son capaces, en tan sólo cuatro segundos, de comenzar a mecernos en un pegadizo vaivén. En el cuarto segundo aparece la voz narradora. Es una voz que encaja a la perfección en el ritmo propuesto. Más que cantar la voz de Joao Gilberto se desliza entre las notas de la guitarra, la tranquila cadencia de la batería y los guiños sonoros que regala el piano. Es muy llamativo como Gilberto parece que nos cuenta una historia, nos la explica conversando y no cantando. Parece que sólo habla, parece que está dialogando sin mayor pretensión. Esa es su grandeza, sólo lo parece. La realidad es que casi todos los instrumentos basan su presencia en un mero acompañamiento. Toda la melodía del tema recae completamente en la voz, esa que parece que habla y en realidad nunca ha dejado de cantar, aunque no lo notemos. El piano deja caer unas cuantas notas con más intensidad aquí y allá, pero siempre como pequeñas pinceladas que no pretenden robar protagonismo a la narración principal. Son simples notas de color.

La canción es absolutamente imprescindible por muchas razones y una de ellas, sin lugar a dudas, es la historia que cuenta. Hoy en día Joao Gilberto, Antonio Carlos Jobim  o Vinícius de Moraes son a la música brasileña lo que para la música clásica representó la irrupción de Bach, Mozart o Beethoven. Esta percepción la tenemos ahora pero en su momento todos estos cantantes y compositores fueron muy criticados por su forma de entender la música. Los críticos los llamaban desafinados y de ahí el título y el contenido de este tema. La composición es una respuesta a todos aquellos que les reprobaban  sin ofrecerles la oportunidad de ser escuchados. Toda su letra merece una lectura pausada.



Una vez escuchada y paladeada la letra, la canción se encuentra casi a mitad de su duración.  Nada más terminar la narración vocal, en el 1'55'', nuestros oídos se inundan con un Punto de No Retorno tan arrollador como sedoso y delicado. Ha llegado el momento en el que la voz deja paso al saxofón de Stan Getz. Es la primera vez que surge en todo el tema y tras unos pocos segundos es capaz de hacerse amo y señor de todos los rincones hasta donde nuestros pabellones auditivos abarcan. Su sonido nos guía por caminos asfaltos con cachemira. Autentica seda sonora es la definición más apropiada para intentar convertir en palabras las notas provenientes de ese instrumento musical. La melodía que la voz ha ido dibujando sobre el aire en los minutos previos ha eclosionado en forma de notas hipnóticas. El resto de acompañantes armónicos siguen en un segundo plano como apoyo a tan abrumadora presencia. El piano se anima a ganar algo de presencia pero el peso total recae  siempre en el saxo.

Para cerrar el tema las dos principales protagonistas, voz y saxo, se unen a partir de 4'48'' para terminar de degustar juntos los últimos segundos de canción, para seguir desafinando en nuestros oídos. Benditos desafinados.

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