Van Morrison - If you
love me
La Original versión de hoy nace y renace en la voz de Van
Morrison. La primera vez que la interpretó fue para el disco The Healing Game, donde también se
encontraba otra joya imprescindible. Esta canción hace de la sencillez
virtud y con muy poco es capaz de construir un universo propio y perfecto. Un
entorno armónico envidiable. El saxofón y una suave batería nos reciben en la
entrada de la canción para hacernos pasar a la estancia principal donde los
protagonistas serán tres: la voz inigualable de Van Morrison, unos coros
perfectamente acompasados y unas notas de piano capaces de alterar nuestros
sentidos. Nota a nota, tecla a tecla el piano ha conseguido coser nuestra
atención a una melodía tan sencilla como pegadiza. El saxofón es un mero
acompañante pero logra elaborar la consistencia que el tema necesita.
Caminamos por ese tranquilo sendero hasta que llegamos al
1'13'' y la voz principal decide hacerse notar un poco más. La batería refuerza
su sonido mientras que el piano sigue desplegando sus agudas notas por toda la
canción. El ritmo ha cambiado ligeramente pero nuestro caminar continúa siendo
más que placentero. En el 2'10'' necesitamos cerrar los ojos para saborear con
todos sus matices un Punto de No Retorno brillante. La voz desaparece para
hacerse cargo de la armónica. Los coros se asocian con ese nuevo instrumento, y
durante casi un minuto consiguen evadirnos de cualquier realidad. Nuestros
oídos están en sus manos y nosotros totalmente rendidos a su propuesta sonora.
En el 3'06'' la voz principal retoma el relato para abordar el último tramo de
canción. La construcción musical vuelve a sus orígenes pero el poso del Punto
de No Retorno ha sido tan profundo que en el 3'59'' la armónica vuelve para
hacernos caer de nuevo en su evocador sonido. La evasión mental vuelve a
adueñarse de nosotros. Desde este punto hasta el final todos los participantes
irán desarrollando los sonidos que hicieron de esta canción un lugar perfecto
en el que asentarnos.
Van
Morrison y B. B. King - If you love me
El gran, en todos los sentidos, B. B. King reunió a un
grupo de amigos y compañeros de profesión para grabar un disco de duetos. Ese
disco se llamó Deuces Wild y fue allí
donde Van Morrison decidió reinterpretar una de sus canciones, realizando una
Original versión. En esta canción los coros no aparecen por ningún lado, muchos
instrumentos desaparecen y en su lugar surgen otros nuevos, e incluso algunos
de ellos permanecen entre los protagonistas pero su trabajo e importancia
cambia.
Esta vez el piano es el encargado de abrirnos la puerta,
tras el se presenta un órgano y dos familias de cuerdas, primero los violines y
después las cuerdas de una guitarra eléctrica con nombre propio. El
piano ya no revolotea con sus notas por toda la canción, su función se ha transformado.
En el segundo 32 surge la voz que nos guiará por todo el camino. Su tono
respecto a la original ha cambiado, es mucho más potente, mucho más decidida.
Sabe lo que quiere contar y lo hace sin miramientos. La ausencia del coro obliga
a esa voz a ganar en presencia y poder. Su relato comienza y enseguida notamos
que se adapta perfectamente a las variaciones que ha experimentado el tema. El
entorno es mucho más jazzístico. El órgano eleva sus notas con facilidad, la
notas de la guitarra se erigen casi como una voz secundaria, la batería se
acaricia, no se golpea, los violines replican a la voz principal. Todos los
sonidos son suaves como el terciopelo, la canción nos atrapa con una delicadeza
absorbente.
En el 2'36'' B. B. King decide tomar el control absoluto
hablando a través de su guitarra para conducirnos durante todo un minuto por la
senda que construyen las cuerdas de su querida Lucille. Se trata de un Punto de No Retorno diferente porque no hay un momento álgido destacado, simplemente nos
dejamos llevar por su calidez y por sus punteos decididos y certeros. La voz
principal, y única, vuelve en el 3'36'' para cantarnos de un modo mucho más
desgarrado, más sincero. El órgano, el piano, la batería e incluso la guitarra
palidecen cuando los violines unen sus fuerzas para ganar notable intensidad y
presencia a partir del 3'52''. Su fuerza está fuera de toda duda. En el 4'35'' surge la armónica del tema original para unirse a esta exquisita orquesta y
acompañarnos en el último tramo del camino.
Cada
una de las versiones posee una idiosincrasia única y bien diferenciada, una
esencia irrepetible. Cualquiera de los dos temas propuestos puede conquistarnos
sin problemas, la decisión es complicada. Lo que hace grande a los dos temas es
que mientras disfrutas con los sonidos del primero no echas de menos ninguna de
las propuestas del segundo y viceversa. Dos canciones gigantes, dos versiones
brillantes. Difícil elección, ¿con cuál te quedas?