Canovas, Rodrigo,
Adolfo y Guzmán – Señora Azul
Si
a cualquier canción de este Disco redondo le suprimiéramos los acordes, las
melodías, los instrumentos, es decir, toda la música, seguiría siendo una obra magistral.
Sus virtudes son muchas, muchísimas, pero sin duda su contenido es lo más
impactante de todas las maravillas que encierran estos 11 temas.
Es realmente
difícil encontrar en el ámbito musical alguien capaz de usar las palabras que
usan estos cantantes sin sonar grandilocuentes, falsos o postizos. Su uso del
diccionario es magnífico y demuestran que se pueden construir grandes temas sin
recurrir a las rimas fáciles, los versos previsibles y los títulos vacíos
listos para oídos poco exigentes. No buscan los lugares más recónditos del
diccionario de la RAE, simplemente lo utilizan de forma natural. Es ahí, en la
naturalidad, donde sus canciones ganan nuestro interés. Términos tan poco habituales
en la música como mezquindad, olímpico
desdén, mercader, engendró, liturgia, doncella, usura, detentar o cátedra
son capaces de exponer toda su sonoridad sin que nuestro oído se altere. El
contenido es brillante, pero el continente tampoco se aleja de la excelencia.
La música que elaboran para dar a conocer sus versos se encuentra a la misma
altura que sus textos. Canciones llenas de pegadizas melodías y que a las
primeras escuchas son capaces de quedarse en nuestra memoria.
El disco se abre con Carrusel un tema que incluye las notas
de un sintetizador que nos transporta a la fecha de su composición, mediados de los años 70. El juego de voces
que desarrolla el coro va y viene durante toda la canción y los metales podrían
recorrer sin problemas el sendero marcado por una tal Penny Lane.
La segunda
canción es la capilla Sixtina de este disco. Sólo pienso en ti es un tema perfecto de principio a fin. Todos los
instrumentos de cuerda crean un paisaje maravilloso donde el piano es el
encargado de enseñarnos la luz del camino sobre el que la voz desarrollará una
letra tan sencilla como sincera. Los violines harán el resto para que nunca
podamos alejarnos de esta composición precisa, perfecta y exacta. El Río es el intervalo necesario tras
una obra maestra para llegar a Don Samuel
Jazmín.
Este último es un tema curioso en su letra y divertido en sus
notas. Se puede decir que es, tanto por su inicio como por su contenido, el
Money de Pink Floyd pero a nivel nacional. El disco sigue avanzando y recorremos los parajes delicados con
Si pudieras ver, cambiamos el ritmo
para decir las cosas claras y a la cara con Nuestro
problema, para poco después encontrarnos Buscando una solución. Tres temas con muchos puntos en común pero
con una forma de desarrollo completamente distinta. Supremo director rompe con
lo anterior y trae algo más de rock para compensar los diferentes ritmos que
hemos escuchado en todo el disco. María y
Amaranta vuelve a bajar el ritmo para que nos fijemos en su letra y para
convertirse en el preludio de los dos últimos temas del album.
El penúltimo es El vividor y se trata de una canción
rápida en su música y vertiginosa en los acontecimientos que narra la letra.
Pegadiza desde su primera escucha y con un sonido cercano al country que
consigue engatusarnos sin mucho esfuerzo. Los coros, las guitarras y la
armónica consiguen enrolarlos en la vida y aventuras del protagonista con una
facilidad pasmosa.
El disco se cierra con Señora
Azul, un tema con dobles lecturas más que evidentes y donde el juego de
coros y cambios de voces consigue elevar todo el disco a cotas muy altas.
Una obra de
arte de principio a fin que merece ser escuchada y admirada. La música, las
letras y los juegos vocales del grupo hacen de este disco un verdadero Disco Redondo. Una creación para escuchar con atención en todos sus aspectos.
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