Nada en el comienzo de esta canción puede llegar a hacernos aventurar el festival en el que poco a poco se convertirá este tema. Un tranquilo coro de féminas hace los honores a la hora de presentar un estribillo tan brillante en lo musical como en el contenido que transmite. Realmente es un comienzo desconcertante para tratarse de un grupo de rock. En el segundo 50, tras el coro, aparece una solitaria guitarra rasgada que rompe el silencio junto con las notas de una tímida trompeta que se deja notar en la lejanía. En el 1'15'' surge la voz del vocalista principal por primera vez. No es una gran voz pero su peculiaridad la hace grande. De momento se limita a repetir el texto que el coro nos enseñó en los primeros instantes. De este modo llegamos al 1'39'' y ya estamos atrapados. El cantante comienza a repetir el estribillo, e idea principal de esta construcción musical, y cuando este termine habremos llegado al Punto de No Retorno con la incorporación de un piano y una batería que no se echaba de menos pero que a partir de aquí será la base de todos los instrumentos que se van incorporando.
La canción no tiene muchos más momentos brillantes que resaltar, el grupo lo sabe y por eso celebra con algarabía cada llegada del estribillo con el mayor número de voces e instrumentos posibles. La música que habita entre esos momentos álgidos ralentiza un poco su ritmo y sobrevive a la espera de un nuevo momento de exaltación protagonizado por el estribillo. En el 3'50'' se adivina una voz negra resaltando en el coro que conseguirá que el final de este momento álgido acabe con unas voces con aires gospel tiñendo toda la canción de un sabor más negro. Algo más tarde, recién comenzado el quinto minuto de canción el tema vuelve a comenzar en lo que a letra se refiere pero se nota que los intérpretes están deseando que termine este breve regreso a los albores musicales para estallar con toda la fuerza posible en el último acercamiento a la clave de este tema: su estribillo. Veinte segundos después de comenzar el minuto seis las palabras se evaporan y ya sólo queda hueco para unos coros que siguen creciendo al mismo tiempo que aumenta el desenfreno de todos los instrumentos tocando al unísono. Los coros nos dieron la bienvenida y serán esos mismos coros los que se despidan de nosotros esta vez acompañados por todos los instrumentos que participaron en el desarrollo de la composición.