Enrique Urquijo y Los
Problemas – Desde que no nos vemos
La voz de Enrique Urquijo tuvo siempre un tono tan especial, tan
diferente, tan único que era capaz de conseguir que la canción más alegre y
luminosa regurgitara un cierto sabor amargo. Sus composiciones fueron únicas
pero su voz las convertía en parajes solitarios sobre los que poder reflexionar.
Lugares llenos de soledad para recorrer a media luz y sobre los que poder
pensar en el mensaje que sus cuerdas vocales querían hacernos llegar. La
melancolía se respira detrás de cada nota y florece en casi cualquier rincón de
este fantástico disco. La tristeza está presente pero en ningún momento llega a
ganar la batalla. Es nuestra compañera de viaje pero no nuestro objetivo.
El álbum se abre con
la dualidad sonora y lírica que plantea Desde
que no nos vemos. La letra está infectada de reproches, lamentos y alguna
que otra queja pero la música permanece a salvo de todo lo que la voz relata. La
melodía es alegre y en todo momento continúa en ese estado, navegando entre los
avatares que relata las diferentes estrofas.
En Amor se escribe con llanto música y letra caminan de la mano para
desarrollar toda la canción. Un ritmo tranquilo y acompasado se instala en toda
la composición. El acordeón y los violines comienzan a dar muestras de la gran
importancia que van a tener en todo el disco. Se dejaron ver en el primer tema
pero es a partir de este segundo corte donde su sonidos evocadores empiezan a
regalarnos las notas perfectas para complementar lo narrado.
No quiero que me veas esta noche
continúa regando las semillas plantadas en la canción previa. Seguimos con
letras otoñales pero la música comienza a descubrir las primeras hojas de la
primavera. En pleno florecimiento llega Aunque
tú no lo sepas. Una obra maestra que se desarrolla entre tres tipos de
cuerdas. Las guitarras, los violines y el puñado de agudas notas que desprende
el piano para aunar a todas esas cuerdas que pueblan esta canción
imprescindible. Una letra perfecta para degustar con calma que se quedará zurcida
en nuestra mente gracias a las puntadas sonoras de la guitarra, el tacto sedoso
de los violines y los trazos de color que despliegan sobre toda la creación las
teclas del piano. Nos quedaremos Atrapados en la telaraña de cuerdas.
Después de algo tan inmenso el grupo recurre a una versión
para cambiar de aires: Ojala que te vaya
bonito. El acordeón se hace dueño y señor de la composición para lograr una
elegante interpretación.
Tu tristeza
continúa explorando la dualidad entre música y letra. Esta última discurre por
un camino mientras que la melodía intenta sacar a flote la alegría que en algún
lugar, y escondida, transporta el texto.
La séptima canción del álbum pertenece
al disco Señora Azul de Canovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán pero esta versión de Sólo pienso en ti logra cotas de creatividad inmensas. La soledad
de la guitarra da paso a la voz de Enrique Urquijo y poco después el acordeón y
una segunda voz convierten el sonido en un estado de ánimo diferente al del
tema original pero con un derroche de calidad sonora apabullante. Demasiado tarde ahonda en el espíritu
que deambula por todo el disco y Perla de
Cristal nos sorprende con una pegadiza y rítmica polca donde nuestros pies
serán incapaces de estarse quietos. No seguir el ritmo marcado durante toda la
melodía es imposible. María la Portuguesa
es otra versión que por momentos, muchos momentos, hace olvidar a la original
de Carlos Cano.
En Desordenada habitación se unen las voces de Enrique Urquijo y
Antonio Vega junto a los sonidos que desprenden unos violines hipnóticos. El
diálogo entre los tres convierten a este tema en otro de los puntos álgidos del
disco. Continuará y Amanecí otra vez vuelven a insistir en
todo lo expuesto con anterioridad pero es No
digas que no el tema perfecto para resumir este gran disco. La melancolía florece desde los altavoces y nos quedamos enganchados a sus ramas sin poder, ni querer, bajarnos.
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