martes, 15 de mayo de 2012

Un juego de agudeza sonora


Supertramp - Goodbye stranger


Las notas del primer instante de esta canción aparecen precipitadas, como queriendo dar a entender que quieren llegar rápidamente a nuestros oídos. Es sólo un instante porque acto seguido los acordes del piano se estabilizan para construir unos cimientos sobre los que poblar todo el tema. En el segundo ocho surge la narración necesaria para continuar edificando pero es en el 27'' cuando el estruendo de la batería rompe la tranquilidad reinante hasta ese momento. Únicamente son cuatro golpes de la percusión pero suficientes para presentarse ante nosotros y dejar de manera permanente una ligera base rítmica tras los acordes del piano. Cada golpe de la batería está apoyado por una guitarra casi imperceptible.

El tema sigue avanzando cada vez con más elementos hasta que poco antes de alcanzar la frontera del primer minuto vuelven los golpes de la percusión. Esta vez se dobla la cantidad y tras el octavo golpe musical la canción cambia de dirección. En el 1'14'' la base rítmica continúa pero sobre ella el piano decide aportar algo más que acordes y comienza a desgranar poco a poco unas notas más agudas capaces de engancharnos al tema de un modo más certero. Cuando el piano nos tiene totalmente engatusados con sus sencillas pero hipnóticas notas llegamos al 1'30''. En ese momento la canción vuelve a sufrir otro giro inesperado regalándonos un Punto de No Retorno sorpresivo y tranquilo. La voz principal ha cambiado y nuestro nuevo narrador utiliza el falsete para llamar nuestra atención, para dejarnos su marca en nuestro recuerdo, para que en definitiva, no olvidemos este estribillo nunca más. No es un momento espectacular pero si claramente diferenciador. El tema continúa progresando y en el 1'44'' la batería retoma parte de su protagonismo. En el minuto dos la voz que ya conocíamos regresa para enredarse coralmente con nuestra nueva y aguda compañera.



En el 2'25'' la estructura musical parece volver al comienzo del tema pero incorporando varios sonidos nuevos. Los golpes de la percusión tardan menos en llegar, 2'46'', puesto necesitamos volver a disfrutar con el estribillo y sabemos que la percusión es la antesala de ese estribillo. En el 3'03'' vuelven a aparecer las notas melódicas del piano y dos nuevos invitados. El primero de ellos es un silbido que camina sobre el dibujo planteado por el piano y en el 3'11'' una guitarra se suma a ese mismo trazado. Ocho segundos después vuelve el agudo estribillo para volver a conquistarnos y algo más tarde, en el 3'48'', también regresa la voz principal para entrelazarse con la otra voz que hasta ahora mismo nos guiaba. Ambas voces continúan con su diálogo cerca de medio minuto para dejar de jugar al unísono en el 4'30'' y dejar paso al último giro musical. Los golpes de percusión esta vez no dan paso a las notas del piano sino a una guitarra que estaba deseando acaparar todo el espacio posible. Durante toda la canción ha gozado de apariciones esporádicas pero es ahora cuando puede desarrollar todas sus notas sin tener que ceder el protagonismo a ningún otro instrumento. De aquí hasta el final se convertirá en el único centro de atención.

Mientras nuestros oídos escuchan esa guitarra que ansiaba libertad parece difícil recordar dentro de la misma canción aquellas notas del piano y aquel estribillo tan agudo. Sin embargo la próxima vez que retomemos este tema, y estemos disfrutando con el juego de voces del estribillo, nos será difícil imaginar que al final del tema nos espera una guitarra tan rockera. 

El Disco redondo al que pertenece esta canción aquí.

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