Jimi Hendrix - All along the watchtower
La
Original versión de hoy debe sus virtudes a dos genios: Bob Dylan y Jimi
Hendrix. La canción original fue escrita por Dylan pero toda su creación se vio
dinamitada cuando la mano izquierda de Hendrix comenzó a reinterpretarla. La
guitarra pasa a ser protagonista de toda la composición y el rock se adueña de
todos los sonidos. La duración del tema se extiende casi un minuto y medio más
que el de Dylan y el motivo principal de ese alargamiento es el espacio que
necesitan las seis cuerdas eléctricas para desarrollar su melodía. Tras esta
relectura de su obra el cantautor no volvió a tocar su propia pieza sin
aplicarle los arreglos hechos por el genio zurdo.
Todo
comienza de un modo mucho más abrupto, más enérgico. La batería hace retumbar
nuestros altavoces en el primer segundo. Los golpeos son contundentes para
llamar nuestra atención desde el primer instante. Nuestros sentidos ya están en
tensión y desde el segundo nueve ya no tenemos escapatoria. En ese momento
comienzan a desfilar las notas por el mástil de la guitarra de Jimi Hendrix y
la canción se vuelve vertiginosa. Diez segundos después surge su voz para
comenzar a relatarnos el tema. Su voz es una voz especial, un punto más donde
fijar nuestra atención. Pero lo que verdaderamente cambia todo son sus manos y
su forma de reinterpretar un tema nacido para contar y no para hacernos vibrar
con la potencia de su música.
Con
todos los instrumentos protagonistas incorporados la canción comienza a
evolucionar. La guitarra es elemento fundamental y como se puede apreciar en el
segundo 39 parece tener vida propia. Hay notas que se escapan como latigazos,
como si su dueño no pudiera detener ese torrente de energía. El texto hace un
alto en el segundo 52 y las notas comienzan a buscar más protagonismo. Se trata
únicamente de un pequeño solo pero suficiente para descubrir todo lo que es
capaz de hacer. En el 1'10'' la canción vuelve a su estructura normal con la
voz principal al frente de todos los instrumentos. Medio minuto después vuelve
la fuerza incontenible de la guitarra. Esta vez vuelve para que nuestros
altavoces vivan un Punto de No Retorno atronador. Las notas fluyen a toda
velocidad hasta cruzar la frontera del segundo minuto, una vez rebasado ese
instante la guitarra cambia su melodía como si comenzara a recargar su energía,
como acumulando potencia. En el 2'15'' y tras el grito de su amo la guitarra se
convierte en la protagonista absoluta. Ha llegado el momento de hacer vibrar las cuerdas como nunca, una guitarra al fin libre, una guitarra imperiosa. Nada
puede detenerla ahora. Su evolución sonora es impresionante. Estamos atados a
su sonido.
En
el 2'49'' vuelve la narración pero únicamente durante medio minuto más porque
el caudal sonoro es inagotable y necesita seguir siendo exprimido por unas
manos prodigiosas. Desde el 3'23'' hasta el final todos los instrumentos se
disponen a perseguir a la despótica protagonista pero ella es intratable y
ninguno podrá alcanzarla. Su agudeza comienza a crecer al mismo tiempo que el
tema se diluye. La vertiginosa exhibición de notas se queda dando vueltas en
nuestra percepción durante mucho tiempo.
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