martes, 18 de octubre de 2011

La dictadura de un instrumento


Jimi Hendrix - All along the watchtower 


La Original versión de hoy debe sus virtudes a dos genios: Bob Dylan y Jimi Hendrix. La canción original fue escrita por Dylan pero toda su creación se vio dinamitada cuando la mano izquierda de Hendrix comenzó a reinterpretarla. La guitarra pasa a ser protagonista de toda la composición y el rock se adueña de todos los sonidos. La duración del tema se extiende casi un minuto y medio más que el de Dylan y el motivo principal de ese alargamiento es el espacio que necesitan las seis cuerdas eléctricas para desarrollar su melodía. Tras esta relectura de su obra el cantautor no volvió a tocar su propia pieza sin aplicarle los arreglos hechos por el genio zurdo.


Todo comienza de un modo mucho más abrupto, más enérgico. La batería hace retumbar nuestros altavoces en el primer segundo. Los golpeos son contundentes para llamar nuestra atención desde el primer instante. Nuestros sentidos ya están en tensión y desde el segundo nueve ya no tenemos escapatoria. En ese momento comienzan a desfilar las notas por el mástil de la guitarra de Jimi Hendrix y la canción se vuelve vertiginosa. Diez segundos después surge su voz para comenzar a relatarnos el tema. Su voz es una voz especial, un punto más donde fijar nuestra atención. Pero lo que verdaderamente cambia todo son sus manos y su forma de reinterpretar un tema nacido para contar y no para hacernos vibrar con la potencia de su música.



Con todos los instrumentos protagonistas incorporados la canción comienza a evolucionar. La guitarra es elemento fundamental y como se puede apreciar en el segundo 39 parece tener vida propia. Hay notas que se escapan como latigazos, como si su dueño no pudiera detener ese torrente de energía. El texto hace un alto en el segundo 52 y las notas comienzan a buscar más protagonismo. Se trata únicamente de un pequeño solo pero suficiente para descubrir todo lo que es capaz de hacer. En el 1'10'' la canción vuelve a su estructura normal con la voz principal al frente de todos los instrumentos. Medio minuto después vuelve la fuerza incontenible de la guitarra. Esta vez vuelve para que nuestros altavoces vivan un Punto de No Retorno atronador. Las notas fluyen a toda velocidad hasta cruzar la frontera del segundo minuto, una vez rebasado ese instante la guitarra cambia su melodía como si comenzara a recargar su energía, como acumulando potencia. En el 2'15'' y tras el grito de su amo la guitarra se convierte en la protagonista absoluta. Ha llegado el momento de hacer vibrar las cuerdas como nunca, una guitarra al fin libre, una guitarra imperiosa. Nada puede detenerla ahora. Su evolución sonora es impresionante. Estamos atados a su sonido.

En el 2'49'' vuelve la narración pero únicamente durante medio minuto más porque el caudal sonoro es inagotable y necesita seguir siendo exprimido por unas manos prodigiosas. Desde el 3'23'' hasta el final todos los instrumentos se disponen a perseguir a la despótica protagonista pero ella es intratable y ninguno podrá alcanzarla. Su agudeza comienza a crecer al mismo tiempo que el tema se diluye. La vertiginosa exhibición de notas se queda dando vueltas en nuestra percepción durante mucho tiempo. 

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