martes, 6 de septiembre de 2011

Computación sonora


The Who - Baba O’Riley

La computadora más popular que existía a comienzos de los años 70 hablaba como un ser humano y su nombre lo formaban tres siglas y cuatro números: HAL 9000. Esa representación informática desarrollada para “2001 Una Odisea del espacio” de Stanley Kubrick era lo más parecido a cualquier ordenador personal de hoy día. Explico todo esto porque la canción de hoy fue creada tan solo tres años después de que HAL 9000 se convirtiese en un icono mundial y porque creo que su comienzo musical puede asociarse fácilmente con los sonidos que los primeros ordenadores realizaban en sus, en aquella época, vertiginosos cálculos.

 

Un sintetizador escupiendo sonidos a toda velocidad es el primer actor que encontramos en esta creación. Las notas se suceden a toda velocidad casi sin poder seguirlas, como si trataran de escapar de nuestros oídos. Surgen por todos los rincones de nuestros altavoces, repitiéndose sin parar. Estamos asistiendo a una traducción musical basada en cálculos informáticos, una computación sonora ingobernable. Ocupan todo el espacio acústico y consiguen hipnotizar con su vertiginoso movimiento. Tanto conquistan nuestra atención que hasta el segundo 41 únicamente los sintetizadores son protagonistas en solitario. El segundo instrumento en aparecer será un piano y con su llegada la armonía musical comienza a evolucionar. Poco después surgirá la batería y en el 1'12'' bajo y voz se unen para comenzar a desarrollar el relato. En el 1'48'' irrumpe la poderosa guitarra del creador del tema. Pete Townshend es el ejecutor de las notas que se quedarán en nuestra memoria. La fuerza de su guitarra construye un Punto de No Retorno recio en el que casi podemos visualizarle dibujando sus famosas circunferencias en el aire para extraer de sus seis cuerdas los sonidos más poderosos. La guitarra logra que el tema explote.



En el 2'15'' el entramado musical hace un receso y observamos, de un modo más patente, como el sonido de los sintetizadores nunca se desvaneció. La voz se destaca unos segundos hasta que de nuevo Townshend, en el 2'33'', desata todas sus notas para volver a coger las riendas musicales. La canción nos tiene atrapados por completo y su fuerza es innegable. Sintetizadores, batería, piano e incluso voz viven subyugados bajo la potencia de una sola guitarra. Durante muchos segundos su presencia es impresionante. Sus cuerdas dominan la escena hasta que nada más cruzar el umbral del cuarto minuto de canción su sonido es reemplazado por unas cuerdas diferentes. Las notas de un violín acuden para desbancar la dictadura guitarrera. Unos nuevos aires con aroma indio se han introducido en el tema para recorrer su último minuto. Estas notas bailaran en el aire mientras los sonidos repetitivos que arrancaron la canción permanecen inalterables a estos cambios finales. La composición camina hacia su desenlace y en lugar de decaer la música realiza un trepidante acelerón de sonidos. El violín apresura su melodía empujado por una percusión cada vez más veloz y que obliga a todo el tema a concluir a la velocidad que ella dicta. El tema parece a punto de estallar cuando la última nota es lanzada al aire. Tal es la fuerza y velocidad final que el primer instante de silencio tras zanjar todos los sonidos parece desértico. El vacío absoluto.

2 comentarios:

  1. El inicio de la canción es algo estresante, aunque después cuando se van incorporando el piano,batería,guitarra,bajo etc es más pegadiza. La armónica le da un toque distinto a la canción que hace que te guste más aún. Y sobretodo recordar viejos tiempo.

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  2. Laura Iglesias Cañuela2 de diciembre de 2011, 1:53

    A mi el inicio de la canción me resulta tranquilizante, relajada...y cuando se incorpora lo demás es pegadiza y muy rítmica. Creo que es una canción perfecta para olvidarse de los problemas.

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