domingo, 25 de marzo de 2012

martes, 20 de marzo de 2012

El dueño de la guitarra

Paco de Lucía - Entre dos aguas

Si comenzásemos a estudiar este tema de un modo matemático la suma de factores nos daría siempre un único resultado: Paco de Lucía. Esa es la única respuesta que produce la suma de flamenco, rumba, guitarra, genio e innovación. La música tiene relación con las matemáticas pero sobre todo la música vive de la creación y la inspiración. Esta canción es perfecta de principio a fin y en cada nueva escucha es capaz de regalarnos algo nuevo. Su sencilla apariencia esconde una fuerza arrebatadora capaz de desequilibrar la estabilidad de nuestros oídos.
Paco de Lucía es un genio de nuestro tiempo, uno de esos escasos gigantes en su área que pueblan nuestro planeta. Un innovador y un virtuoso a partes iguales. Gran guitarrista para nosotros, autentica leyenda viva fuera de nuestras fronteras. Así, tristemente, somos.



Los primeros sonidos que escuchamos ya llevan consigo la primera de las innovaciones. Un bajo en un tema flamenco. Sus notas se encargan de tantear el terreno para la llegada del resto de instrumentos. El segundo instrumento en aparecer es la percusión, sus golpeos marcaran el tema por completo. En el segundo 13 surgen las primeras guitarras pero todo cambiará diez segundos después con la llegada de la guitarra principal y verdadera vocalista de esta canción. La melodía comienza a desgranarse poco a poco, con una elegancia pasmosa. La seguridad de las manos que acarician y pellizcan la guitarra logran que el tema nos enganche muy rápidamente. El dibujo que las notas crean sobre el pentagrama posee una belleza única. Las notas suben y bajan por la escala musical apropiándose de todos y cada uno los rincones sonoros más enriquecedores. La música es tan cautivadora que no es necesario entender todas las cotas de calidad que alcanza Paco de Lucía, sus innovaciones, su modo de interpretar o vivir el flamenco. Las melodía nos transporta y logra hacernos cruzar fronteras nunca traspasadas. Cada repetición de las primeros sonidos con los que comenzó el desglose de notas de la guitarra principal hace que buceemos un poco más en una melodía capaz de imantar nuestra atención. En el 2'24'' asistimos a un punto de inflexión que hace que la melodía se acelere y el virtuosismo musical comience a desplegarse sin escatimar esfuerzos. Las seis cuerdas muestran toda su capacidad y el disfrute es máximo. En el 4'15'' disfrutamos de un nuevo punto de inflexión que consigue distraernos de la acción principal para mostrarnos el resto de elementos que pueblan la escena. Nuestra atención se centra, de un modo absorbente, en la guitarra, aunque si escuchamos un poco más allá nos damos cuenta del fenomenal trabajo en la sombra que realiza la percusión. Su maestría está a la altura de cualquier otro elemento de la composición. De nuevo las matemáticas aparecen en escena. Las suma de individualidades logran un todo armonioso, compenetrado y perfecto. Nosotros simplemente nos dejamos llevar por una corriente de notas capaz de inundar toda nuestra fantasía sonora.



A primera vista parece que no es fácil encontrar un Punto de No Retorno que consiga que esta canción se quede con nosotros para siempre. La realidad es bien distinta, el Punto de No Retorno esta vez se encuentra dentro del tema pero depende de nosotros hacerlo visible. En el último medio minuto de canción el autor nos invita a participar en su creación. Tras los requiebros sonoros del 5'20'' la música comienza a diluirse cuando más enganchados estábamos a su melodía, los sonidos se esfuman ante nosotros para que seamos capaces de reaccionar, para que nuestra imaginación aporte las notas que podrían dar continuidad a esta obra maestra. El autor nos hace partícipes de su creación, nos obliga a tararear en nuestro interior, nos  exige continuar con la búsqueda de la siguiente nota, del siguiente pellizco a las cuerdas de su guitarra. Ese golpe a nuestros sentidos más creativos construye un Punto de No Retorno único y personal capaz de atraparnos para siempre. La melodía ya está instaurada en nuestra memoria ahora sólo necesitamos reproducirla una y otra vez. 

martes, 13 de marzo de 2012

Palabras melosas 38. Bob Marley



"Emancipate yourselves from mental slavery

None but ourselves can free our minds"



Redemption song

Bob Marley & The Wailers

martes, 6 de marzo de 2012

La mejor seda natural


Joao Gilberto y Stan Getz - Desafinado


El tema comienza adelantando la suavidad, y sensualidad que inundará toda la canción. Los primeros sonidos que llegan hasta nuestros oídos son capaces, en tan sólo cuatro segundos, de comenzar a mecernos en un pegadizo vaivén. En el cuarto segundo aparece la voz narradora. Es una voz que encaja a la perfección en el ritmo propuesto. Más que cantar la voz de Joao Gilberto se desliza entre las notas de la guitarra, la tranquila cadencia de la batería y los guiños sonoros que regala el piano. Es muy llamativo como Gilberto parece que nos cuenta una historia, nos la explica conversando y no cantando. Parece que sólo habla, parece que está dialogando sin mayor pretensión. Esa es su grandeza, sólo lo parece. La realidad es que casi todos los instrumentos basan su presencia en un mero acompañamiento. Toda la melodía del tema recae completamente en la voz, esa que parece que habla y en realidad nunca ha dejado de cantar, aunque no lo notemos. El piano deja caer unas cuantas notas con más intensidad aquí y allá, pero siempre como pequeñas pinceladas que no pretenden robar protagonismo a la narración principal. Son simples notas de color.

La canción es absolutamente imprescindible por muchas razones y una de ellas, sin lugar a dudas, es la historia que cuenta. Hoy en día Joao Gilberto, Antonio Carlos Jobim  o Vinícius de Moraes son a la música brasileña lo que para la música clásica representó la irrupción de Bach, Mozart o Beethoven. Esta percepción la tenemos ahora pero en su momento todos estos cantantes y compositores fueron muy criticados por su forma de entender la música. Los críticos los llamaban desafinados y de ahí el título y el contenido de este tema. La composición es una respuesta a todos aquellos que les reprobaban  sin ofrecerles la oportunidad de ser escuchados. Toda su letra merece una lectura pausada.



Una vez escuchada y paladeada la letra, la canción se encuentra casi a mitad de su duración.  Nada más terminar la narración vocal, en el 1'55'', nuestros oídos se inundan con un Punto de No Retorno tan arrollador como sedoso y delicado. Ha llegado el momento en el que la voz deja paso al saxofón de Stan Getz. Es la primera vez que surge en todo el tema y tras unos pocos segundos es capaz de hacerse amo y señor de todos los rincones hasta donde nuestros pabellones auditivos abarcan. Su sonido nos guía por caminos asfaltos con cachemira. Autentica seda sonora es la definición más apropiada para intentar convertir en palabras las notas provenientes de ese instrumento musical. La melodía que la voz ha ido dibujando sobre el aire en los minutos previos ha eclosionado en forma de notas hipnóticas. El resto de acompañantes armónicos siguen en un segundo plano como apoyo a tan abrumadora presencia. El piano se anima a ganar algo de presencia pero el peso total recae  siempre en el saxo.

Para cerrar el tema las dos principales protagonistas, voz y saxo, se unen a partir de 4'48'' para terminar de degustar juntos los últimos segundos de canción, para seguir desafinando en nuestros oídos. Benditos desafinados.

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