martes, 15 de febrero de 2011

La flauta mágica... del Rock

Jethro Tull - Locomotive Breath
La primera sensación es extraña. ¿Eso que suena es música clásica? ¿Jethro Tull no es un grupo de rock? Hemos escuchado casi medio minuto de canción y ya hemos mirado tres veces al reproductor musical pensando si realmente hemos seleccionado bien el tema. Pero cuando ya estamos seguros de que la elección es la correcta llega el segundo 30 y la canción viaja en el tiempo.  El espíritu de Franz Listz abandona el piano empujado por una guitarra que transforma los sonidos clásicos en un animado diálogo entre las seis cuerdas y un piano que desprende blues. Un solo minuto y ya hemos disfrutado de estilos musicales separados por más de un siglo. Cuando empezamos a disfrutar con el martilleo de notas sobre el piano y la guitarra comienza a animarse con algún que otro punteo el tiempo parece detenerse. Las notas se estiran en el 1’16’’ para dar paso a un potente Punto de No Retorno que se quedará para siempre en nuestra cabeza. Tras algo de piano clásico y un poco de negritud musical llegamos al rock que estabamos esperando. ¿No es esta la historia de la música popular en el siglo XX?




El piano ha desaparecido y a partir de ahora la canción se mueve bajo las reglas que marcan las guitarras y la batería. La voz de Ian Anderson tiene que subsistir entre los latigazos de las diferentes guitarras para intentar transmitir su propia melodía. La voz pelea por un sitio entre el bucle de cuerdas que generó el Punto de No Retorno. Las guitarras mantienen y repiten una y otra vez sus notas, es su ley y se han adueñado de la canción, de la música y del rock. Son el instrumento vital para una revolución sonora. Este instrumento marca la pauta desde la segunda mitad del siglo pasado. Su sonido es fuerte y alejado de la música clásica que le antecedía. Es entonces cuando llegamos al 2:49 y la dulzura de una flauta será la encargada de realizar un brillante solo en medio de tanto poderío sonoro. Ese sencillo instrumento de viento toma las riendas de la canción durante unos momentos para demostrar que se puede hacer Rock and Roll sin corriente eléctrica. Casi 40 segundos de virtuosismo para dibujar notas en el aire con una varita realmente mágica. Poco a poco van apareciendo pequeñas aportaciones musicales que desembocan en el 3’58’’ con el regreso de un piano que también quiere colaborar. La fusión es posible, y necesaria, para enriquecer un tema carente de estribillo bien definido. Estribillo al que en ningún instante hemos echado de menos gracias a un ritmo hipnotizante.

La canción es en si misma una pequeña joya por lo que sus
 sonidos parecen contar, una historia esquemática perfectamente extrapolable a la Historia de la música del último siglo. ¿Una sola canción puede albergar tanto en su interior? ¿hay tanta sabiduría encerrada en ese conjunto de notas? ¿Exagerado?  Puede ser, pero que maravilla de notas. 

1 comentario:

  1. ¡¡¡¡Mola!!!

    Ésta canción no la conocía.

    La de los Beatles de post anteriores muy bien elegida.

    un saludo.

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