viernes, 10 de diciembre de 2010

El brillo de la oscuridad

Smashing Pumpkins - Ava Adore

 

Sólo partiendo desde la más absoluta oscuridad puede comenzar este tema, y lo hace con varios chispazos que provocan el encendido de la sala de máquinas. El tema comienza a caminar a golpe de verdaderos martillazos que marcan de un modo muy claro el ritmo y la cadencia musical. De la misma oscuridad de la que surgieron las primeras chispas surge la voz principal de este tema en el segundo 18. Mientras tanto la sala de máquinas permanece inalterable. Cuando aún no nos hemos familiarizado con el modo semiarrastrado de proyectar la voz que tiene Billy Corgan llegamos al primer estribillo. Este llega en el segundo 36 para mostrarnos un pequeño alto en el camino, un respiro para alejarnos de los golpes que marcan la canción pero de cuyo sonido no podemos librarnos del todo. Asoman brevemente las cuerdas de las guitarras pero su momento aún no ha llegado. Los golpes cambian de timbre pero su cadencia persevera.





La canción continúa tras este receso, vuelven los martillazos pero
el sabor del ligero ágape ha hecho mella en la música. A partir de este momento el tema intentará estar instalado, el mayor tiempo posible, en las partes menos oscuras. Es decir, la canción se convierte en un estribillo casi constante alternado con momentos más tranquilos. El desarrollo casi invierte la tendencia habitual puesto que habrá más tiempo efectivo de momentos álgidos que partes previas a estos.

Desde el 2'02'' hasta el 2'21'' Corgan cambia el modo estructural de su narración. El modo el que nos hace llegar la letra de la canción es mucho más directo. Frases cortas e inmediatas. Todo esto sucede porque ha comenzado a abonar el terreno para que llegue el Punto de No Retorno.

P
oco después del meridiano temporal, en el minuto 2'23'', la oscuridad desaparece por unos  instantes y toda la estancia se impregna de colores brillantes y vivos. Los martillazos que han marcado todo el camino desaparecen para que la luz llegue a todos los rincones, nada debe interponerse entre la melodía que al fin nos alumbra y nuestros oídos. Las guitarras son las portadoras de toda la energía y durante unos radiantes segundos toman todo el poder que hasta ese instante habían ansiado, lo intentaban en cada estribillo pero siempre eran reprimidas por la matemática constancia de la percusión. Es un Punto de No Retorno breve pero intenso. Tras él volvemos al sendero ya conocido pero con esas guitarras aún en la memoria. La luz se ha adueñado del tema, podemos vislumbrar el brillo en mitad de la oscuridad. Después de esa lucidez la percusión vuelve al protagonismo que nunca abandonó de forma definitiva y viviremos un par de estrofas para volver al lugar más confortable del tema: su estribillo.

Finalmente la canción se evapora de un modo inverso al que
comenzó. Poco a poco todos los sonidos van desapareciendo hasta que únicamente quedan sobre nuestros oídos las chispas que ayudaron a explosionar el tema en su inicio. La energía que nos ayudaba a desplazarnos ha concluido y con ella el camino por recorrer.

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